Después de la boda, la noche había sido larga. Aún aturdido por los excesos y las celebraciones, se levantó en busca de la mujer a la que, horas antes, había prometido amor eterno ante Dios y ante los hombres. Deambuló aturdido por la habitación, pero de ella sólo encontró un vestido rasgado y la certeza de que nunca había existido.
(junio de 2004)
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