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miércoles, 23 de noviembre de 2016

CÓDIGO 3

Cuando la emisora del coche patrulla informó con velocidad de ráfaga de un “Código 3 con posible víctima por violencia de género”, supo que el caso era para ella. El aviso era en su barrio y, aunque intenta siempre poner distancia entre las emociones y el uniforme, le angustia pensar que la víctima pueda ser alguien conocido. “Llama. No busques excusas. Nada justifica lo que te está haciendo. 016. Es un teléfono seguro. Llama. Te vamos a ayudar”, enumera mentalmente el argumentario que repite cada día en Comisaría. Sube las escaleras pensando que si se hubiese producido esa llamada ahora no estaría allí, armándose antes de entrar en esa vivienda a oscuras, en la que el haz de luz de su linterna le va descubriendo los restos del naufragio, donde el silencio es incapaz de ocultar los gritos recientes que todavía se aferran a las paredes. Y en la cocina, se le desencaja el gesto cuando se encuentra con ella misma, sobre el suelo, con la ropa que tenía antes de salir a Comisaría, justo antes de que fuera demasiado tarde. “Llama. No busques excusas. Nada justifica lo que te está haciendo. 016. Es un teléfono seguro. Llama”.



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