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sábado, 24 de mayo de 2014

EL FOROFO

Le importunaba sobremanera que ocupasen su asiento en el estadio. En su abono de toda la vida lo ponía bien claro: puerta 15, Tribuna Alta, fila 5, asiento 12. Entonces, ¿por qué tenía que encontrarse, un partido tras otro, a alguien en su localidad? Y lo que es peor, por qué tenía que soportar que no le hiciesen ni caso cada vez que les pedía que lo dejasen libre. Él, que se había pasado la vida empujando en cada jugada, arañándole al reloj cada segundo en los partidos que apuntaban a victoria, y abrazando la camiseta con más fuerza si cabe en las derrotas. Cómo no podían entender que su cuerpo estaba en la puerta 5 del sector C, pasillo 14, parcela 16B de aquel inmenso cementerio, pero su espíritu seguía en el asiento 12, de la fila 15, de la Tribuna Alta de aquel estado que prácticamente le vio nacer.

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