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miércoles, 28 de mayo de 2014

LA MALETA


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-Mi maleta. Le digo que quiero saber dónde está mi maleta. Acabo de llegar de viaje y necesito mis cosas. En la maleta tengo toda mi ropa, documentos importantes y mi medicación, y no ha aparecido en la cinta de equipajes... Nada... No hay manera... Do you speak english? Parlez-vous français? -Contaba con que la barrera idiomática me causaría algunos problemas, pero no tantos ni tan pronto.

Opté por comunicarme a través de gestos. Afortunadamente, no tardé demasiado en hacerme entender. Señalé la maleta de otros viajeros que habían tenido más suerte que yo, y con una lamentable actuación de mimo desahuciado logré que mi apático interlocutor cambiara el gesto y me pidiera que me acercase al mostrador. Cogió el billete y tecleó el identificador del pasaje. Tras apretar el intro del teclado sonrió y empezó a asentir. Giró levemente la pantalla y me enseñó la línea en la que se podía leer: "Flight: Arrival... Baggage: OK".

-Eso es imposible. Mi maleta no ha venido en este vuelo. Me he quedado hasta que ha salido el último bulto por la cinta y no estaba la mía. Mi maleta no está aquí-. Mi queja desesperada no tuvo más réplica que un rostro de nuevo impenetrable del que, sabía, no iba a obtener nada más allá de aquel “OK” que reflejaba la pantalla.

Cuando emprendí este viaje, elegí decididamente aligerar recuerdos y reducir el presente a lo que entrase en aquella maleta: algo de ropa, dinero y los documentos cuya ausencia me atan a este aeropuerto en el que nadie se queda menos yo.

Consumidas las divisas y agotados los medicamentos de mi escaso equipaje, el ambiente turbio de la zona de tránsito no ayudó cuando la tos se agarró al pecho con ganas de alojarse para siempre en el pulmón. A pesar de todo, cada día cumplía sumiso con mi rutina de reclamar el equipaje hasta acumular cientos de hojas amarillas, escritas cada vez con más desidia, sin obtener noticia de una maleta que, según  aquel ordenador, estaba ya en mi poder.


Aquí todos los días son iguales. No podría especificar cuánto tiempo ha pasado desde que bajé de aquel avión hasta ahora que me suben a esta ambulancia. Y desde aquí, tumbado en esta camilla, frente al cartel que hay sobre la puerta central del aeropuerto, acabo de descubrir que la maleta sí había llegado a su destino.

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