-Mi
maleta. Le digo que quiero saber dónde está mi maleta. Acabo de llegar de viaje
y necesito mis cosas. En la maleta tengo toda mi ropa, documentos importantes y
mi medicación, y no ha aparecido en la cinta de equipajes... Nada... No hay
manera... Do you speak
english? Parlez-vous
français? -Contaba con que la barrera
idiomática me causaría algunos problemas, pero no tantos ni tan pronto.
Opté
por comunicarme a través de gestos. Afortunadamente, no tardé demasiado en
hacerme entender. Señalé la maleta de otros viajeros que habían tenido más
suerte que yo, y con una lamentable actuación de mimo desahuciado logré que mi
apático interlocutor cambiara el gesto y me pidiera que me acercase al
mostrador. Cogió el billete y tecleó el identificador del pasaje. Tras apretar
el intro del teclado sonrió y empezó a asentir. Giró levemente la pantalla y me
enseñó la línea en la que se podía leer: "Flight: Arrival... Baggage:
OK".
-Eso
es imposible. Mi maleta no ha venido en este vuelo. Me he quedado hasta que ha
salido el último bulto por la cinta y no estaba la mía. Mi maleta no está
aquí-. Mi queja desesperada no tuvo más réplica que un rostro de nuevo
impenetrable del que, sabía, no iba a obtener nada más allá de aquel “OK” que
reflejaba la pantalla.
Cuando
emprendí este viaje, elegí decididamente aligerar recuerdos y reducir el
presente a lo que entrase en aquella maleta: algo de ropa, dinero y los
documentos cuya ausencia me atan a este aeropuerto en el que nadie se queda
menos yo.
Consumidas las divisas y
agotados los medicamentos de mi escaso equipaje, el ambiente turbio de la zona
de tránsito no ayudó cuando la tos se agarró al pecho con ganas de alojarse
para siempre en el pulmón. A pesar de todo, cada día cumplía sumiso con mi
rutina de reclamar el equipaje hasta acumular cientos de hojas amarillas,
escritas cada vez con más desidia, sin obtener noticia de una maleta que,
según aquel ordenador, estaba ya en mi
poder.
Aquí todos los días son
iguales. No podría especificar cuánto tiempo ha pasado desde que bajé de aquel
avión hasta ahora que me suben a esta ambulancia. Y desde aquí, tumbado en esta
camilla, frente al cartel que hay sobre la puerta central del aeropuerto, acabo
de descubrir que la maleta sí había llegado a su destino.
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