En un mes tan literario como abril está previsto que vea la luz en formato ebook Venturas y Desventuras de El Titi y El Marqués. Un retrato canalla de dos buscabidas que pasan la suya en El Tropical, un local cuyo catálogo de personajes convierte la rutina en extraordinario virtuosismo.
Para abrir boca, la portada y el primer capítulo de esta micronovela.
I
El Titi y El Marqués se
conocieron en un bar de perdedores. El primero celebraba a golpe de sol y
sombra que acababa de conseguir una baja permanente. Una forma
como otra cualquiera, pensaba, de vivir sin trabajar. El Marqués había malvendido
las últimas joyas de la abuela para alquilar un piso en el barrio de El Titi en
el que poder subsistir.
El Titi, fanfarrón y buscavidas,
recogía restos de puros en Las Ventas para liar cigarros con los que oler a
humo de rico en las partidas de mus.
El Marqués, genio y figura, le
pedía al camarero del Ritz que le diese “una pataita al olivo pa acompañar la
caña de las doce”.
El Titi es cliente del mes en los
locales con neón de las periferias, y fanático del güisqui barato y la
voluptuosidad embutida en lencería de mercadillo. En los clubes, da en el
tobillo a las stripers con un billete entre los dedos, y cuando las chicas se agachan a por la recompensa guarda el papel e intenta colarles monedas en las
braguitas.
El Marqués aún recuerda las casas
de alterne en el centro, el Moet Chandon de las meriendas y las jovencitas que
se costeaban la Universidad con sus visitas.
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