A falta de realidades inmediatas,
al Asesor le gusta fantasear con las expectativas.
Asumido que el ansiado gabinete
de comunicación de Presidencia del Gobierno aun tardará en llegar, fantasea mientras
tanto con un cargo intermedio, quizá el de responsable de relación con los
medios de un ministerio como el de Cultura. Un puesto desde el que trabajar para
mayor gloria de su candidato. Mover los hilos en la sombra para dejar su
huella, la de conseguir que la forma gane al fondo, que la apariencia triunfe
sobre la realidad, que la política del postureo eclipse a la que sirve a los
ciudadanos satisfaciendo necesidades y solucionando problemas.
Y en esas ensoñaciones se ve Juan
Cuadrado organizando un gran evento, puede que una entrega de premios, “una
gala con mucho teatrero, mucho faranduleo y mucho colorín al servicio de su
jefe”. Se regodea imaginando un encuentro cultural que sea foco de polémica, “el
conflicto siempre vende, y más si los que ladran son los que se oponen a todo”.
Un espectáculo que se pueda organizar sin miedo a gastar, “cuando el dinero es
de otros siempre duele menos”. Un teatrillo sin chicha pero con foto.
Y entre planes de futuro pasa
estos días de tierra de nadie, imaginando a su candidato rodeado de laureles,
como un emperador.
EL ASESOR: Diario de campaña (entregas anteriores)
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