5.-Lealtad, endogamia y silencio
Juan Cuadrado, el Asesor, no
tardó en cerciorarse de que, cumpliendo los patrones de toda estructura clásica
de partido, el PIRLA sustenta la relación con sus afiliados, su particular
ejército, en tres principios básicos: lealtad, endogamia y silencio.
Con la lealtad se garantiza que
los afiliados no cuestionen ni una sola de las decisiones del PIRLA, por
descabelladas que estas puedan ser o parecer, que lo parecen y lo son.
Como si se tratase de una estafa
piramidal cualquiera, el partido engrosa filas fomentando la endogamia entre
sus miembros. El primer paso es que hermanos engañen a hermanos, padres,
madres, sobrinos… y, superada esa fase, lograr que sus relaciones sociales, sus
matrimonios, sus vidas giren en torno al partido. Como recompensa, el PIRLA se
encarga de dotarles de los recursos necesarios para vivir, a cada uno en
función de su grado de implicación: un puesto en la imprenta municipal, una
concejalía de Urbanismo, una presidencia de Diputación, un cargo de diputado… o
la joya de la corona, un escaño en el Senado.
El silencio es causa y
consecuencia de las anteriores. Ningún soldado denuncia a otro del mismo
ejército, y mucho menos si es familia. Eso supone que “lo que pasa en el PIRLA,
se queda en el PIRLA”, hasta que un juez se pone pesado y amenaza con más años
de cárcel de lo deseable. Ahí y solo ahí, es cuando este cimiento empieza a
cimbrear, lo que conlleva un inevitable efecto dominó.
Alguna vez, alguien le dijo a Cuadrado: "Un ejército satisfecho es un
ejército bien alimentado". Cuando el Asesor vio las dimensiones que gastaba el conductor del candidato pensó: "Y el PIRLA da bien de comer”.
EL ASESOR: Diario de campaña (entregas anteriores)
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