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martes, 7 de junio de 2016

EL TRIUNFO DE LOS MEDIOCRES

Se aferró emocionada al trofeo que le acababan de entregar. Miró un instante a aquel foro de trajes con corbata y vestidos largos con perlas y comenzó su alocución:
    "En un día como hoy no puedo dejar de recordar aquellos en los que el trabajo lo era todo. Cuando la jornada laboral se alargaba hasta que tocaba las noches por ambos lados del día. -con sus primeras palabras empezó a notar movimientos incómodos entre los asistentes. -Pero afortunadamente todo eso cambió cuando llegó Franky para encargarse de la dirección de la empresa. Sus primeras palabras fueron: Vengo de estar cinco años viviendo en un barco y ni un solo día he trabajado más de cinco minutos. Desde entonces, aquella confesión ha sido la guía que me ha permitido llegar hoy hasta aquí.
    A partir de ese momento y siguiendo las sabias enseñanzas de mi jefe, me dediqué al halago fácil, aprendí que es más provechoso alisarte el pelo en el baño con la secretaria de dirección que pasar horas haciendo tu trabajo, certifiqué que los valores se amansan a conveniencia para servir a los intereses de quien paga, que los escrúpulos son un lastre y el talento está sobrevalorado.
   Teniendo en cuenta estas premisas no fue complicado ascender. Era consciente de mis innumerables carencias, pero pronto me di cuenta de que eran similares a las de quienes ascendían conmigo, y dejó de importarme.
   Fui logrando una impunidad que me permitió pasar jornadas enteras al teléfono despachando temas personales a voz en grito, sin pasar por mi puesto de trabajo y dedicando a la charla estéril y distendida en los pasillos. Llegados a ese punto es importante que los compañeros sepan que una ya no está al mismo nivel.
    Afortunadamente, entre nosotros nos reconocemos y nos valoramos, nos ayudamos a ascender a lo más alto y terminamos por organizar galas como esta en la que nos premiamos. -con el público en pie aplaudiendo, la homenajeada pidió calma con una de sus manos para poner el colofón a su discurso-.
    Hoy, cuando ya lo he logrado todo, solo me queda agradecer a aquel director que admitió orgulloso no haber trabajado más de cinco minutos al día, y seguir esforzándome para superarle".

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