22. Besos y tetas
El candidato, que siempre había sido más de muslo que de pechuga, ahí estaba, acariciando ubre por obra y gracia del Asesor y sus innovadoras técnicas de marketing y comunicación. Aunque al candidato a veces le costase salir de su corsé conservador, tenía que reconocer que estaba harto de que cada vez que salía a la calle en campaña: niño que besaba, niño que se iba a por un globito al expositor de sus contrincantes... y lo mismo debía pasar últimamente con los padres de las criaturas. Pero desde que Juan Cuadrado llevaba su campaña los padres le acercaban a sus herederos con más fervor que un almonteño intentando encaramarse al palio rociero.
El candidato, que siempre había sido más de muslo que de pechuga, ahí estaba, acariciando ubre por obra y gracia del Asesor y sus innovadoras técnicas de marketing y comunicación. Aunque al candidato a veces le costase salir de su corsé conservador, tenía que reconocer que estaba harto de que cada vez que salía a la calle en campaña: niño que besaba, niño que se iba a por un globito al expositor de sus contrincantes... y lo mismo debía pasar últimamente con los padres de las criaturas. Pero desde que Juan Cuadrado llevaba su campaña los padres le acercaban a sus herederos con más fervor que un almonteño intentando encaramarse al palio rociero.
Y ahí estaba él, en una situación más inquietante que el tupé de Donald Trump, asumiendo que también se pueden ganar votos tocando teta. "Lo que no le perdono a este Cuadrado es que me haga mitinear en un establo a casi cuarenta grados y con una vaca entre las manos que me empieza a mirar con ojos golosones después de este ratito de intimidad".
EL ASESOR: Diario de campaña (entregas anteriores)
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